La sombra se apoderaba de sus sueños cada noche.
Cuando despertaba y sin saber cómo, se enfrentaba al nuevo día como una muñeca de plomo que arrastrándose a contrarreloj iba arrastrando cada hora de la vida en un continuo desasosiego y cansancio. Moviendo como alfeñique las manecillas de un enorme y pesado artilugio de péndulo amenazante.
Pronto se dio cuenta del motivo, una enorme y tenebrosa sombra la perseguía aquí y allá hasta llegar cada anochecer a los pies de su cama. Fundiéndose siniestramente con su cuerpo oprimía su pecho violentamente sin apenas dejarla respirar.
Pero aquel día, cargada de valor y sobre todo de ira gritó a la sombra, y ésta desplazándose sorprendida se apartó apenas medio metro de ella, y contestando a su grito con voz masculina pero repugnantemente aflautada se pronunció: “No sé de qué te sorprendes, tú me llamaste en tu soledad aferrándote a mí a toda costa y yo ocupé el lugar de tus sueños"
Cuando despertaba y sin saber cómo, se enfrentaba al nuevo día como una muñeca de plomo que arrastrándose a contrarreloj iba arrastrando cada hora de la vida en un continuo desasosiego y cansancio. Moviendo como alfeñique las manecillas de un enorme y pesado artilugio de péndulo amenazante.
Pronto se dio cuenta del motivo, una enorme y tenebrosa sombra la perseguía aquí y allá hasta llegar cada anochecer a los pies de su cama. Fundiéndose siniestramente con su cuerpo oprimía su pecho violentamente sin apenas dejarla respirar.
Pero aquel día, cargada de valor y sobre todo de ira gritó a la sombra, y ésta desplazándose sorprendida se apartó apenas medio metro de ella, y contestando a su grito con voz masculina pero repugnantemente aflautada se pronunció: “No sé de qué te sorprendes, tú me llamaste en tu soledad aferrándote a mí a toda costa y yo ocupé el lugar de tus sueños"