domingo, 30 de enero de 2011

El reloj del tiempo



Cuando él y ella se encontraron con la mirada después de veinte años, el viejo reloj de la ciudad les sonrió tan tiernamente que detuvo sus manecillas  para los dos , y sus chisporroteantes ojos  de hierro les transformó en eternos adolescentes buscando un olvidado amor en sus desencontradas memorias.

jueves, 27 de enero de 2011

Pequeña victoria


Se colocó delante de él para que pudiese verla,
él se imaginó humillando esa boca roja con su sexo,
arrodillándola, doblándola ante su presencia,
la miró de soslayo con altanería
llamándola gilipollas con sus ojos,
ella intuyó su insulto,
aún se acercó más a él,
y él pudo ver sus deliciosos pechos casi por completo,
el escote dejaba ver ya buena parte,
unas buenas nalgas apretadas y la copa en la mano,
al fin y al cabo, no estaba mal la gilipollas,
era una buena hembra,
con el calor y el nerviosismo y casi sin querer...
tuvo una formidable erección,
una rato más y caería...
ya podría desbravarse a placer.
Sin embargo... ella se marchó,  y él volvió rápido a casa,
no resistió a masturbarse pensando en esa gilipollas.
Después..., abrazó a la mujer que tenía al lado.

domingo, 23 de enero de 2011

El libro



Como estaba de vuelta de todo, pasó con tanto desinterés las páginas del libro con título "Destino" que..., perdió el nombre de una de las protagonistas de su vida.

viernes, 14 de enero de 2011

Pintando el interior







Ella acudió  a la cita con aquel pintor que llamaban mágico. Sus obras tenían fama de ser impactantes para el retratado.
Allí estaba preparada, era una persona normal y no sabía qué postura adoptar. Mientras la miraba fijamente, la colocó tumbada sobre el suelo, la luz de la tarde era turbadora y penetraban dedos blancos de luz melancólica a través de la ventana, una tarde otoñal que electrizaba el corazón de la habitación transformándola en un foco nostálgico de luces fantasmales.
Él empezó mojando su pincel abombado en agua templada, después comenzó a pasárselo por el cuerpo desnudo.
Ya le habían hablado de su extraña técnica, parecía ser que así captaba el interior del alma a retratar.
Cerró sus ojos y sintió un extraño susurro, era como si aquel pincel  hablase y la dejase sumida en un sopor extraño, próximo a un sueño. Casi desvanecida, el lento pincel fue casi empapando sus párpados, sus hombros y sus pechos hasta llegar a su sexo, allí se detuvo en círculos durante varios minutos.

Después..., el artista empezó como si de un juego de magia se tratase a mezclar como un loco, amarillo, blanco, rojo, siena y gris;  gris y negro. Allí estaba de pie creando una mezcla misteriosa en su paleta, creó una profunda unión entre él y su obra. El olor a aceite de linaza , barniz y óleo la tenía completamente cautivada y el tiempo pasó...
¿Cómo pudo terminar esa obra en tan sólo una hora justa de reloj?.
No era posible.
Él la llamó y con sus mangas remangadas y salpicado totalmente de pintura giró el cuadro hacia su vista.
Su cuerpo y su cara eran una auténtico espejo de sí misma, sin embargo, quedó sorprendida cuando miró su sexo de tela, el pintor había dibujado una triste tumba en lugar de él.

lunes, 10 de enero de 2011

El rebaño






El rebaño de ovejas estaba alborotado. Sólo había dos ovejas negras pero... las muy maliciosas se pasaron toda la mañana murmurando y con cara de pocos amigos.
Estaban mirando con recelo al perro ovejero que las conducía todos los días por las veredas hasta el más  verde de los valles del lugar, allí podían comer sin conversar, la hierba era tan fresca y apetitosa que no tenían tiempo de pensar en nada más y podían escuchar el suave murmullo del agua del río arrullándolas en su inocente tranquilidad.
El sol era tan intenso que entornaban sus ojillos ovejunos y se dejaban calentar a ciegas los rizos con su reconfortante calor.
Cuando la única oveja gris del rebaño les preguntó a esas dos bronquistas qué es lo que pasaba, una de ellas le expresó su descontento con el perro pastor. Hacía tiempo que se habían dado cuenta que no era lo que parecía.
La oveja gris se alarmó y se lo comentó al resto del rebaño, todas levantaron la vista hacia el perro que las conducía todas las mañanas de su vida y al verlo huyeron espantadas, todas se desperdigaron y tomaron caminos diferentes.
El perro se había convertido en un macho cabrío de larguísimo rabo y olor a azufre, ya no era ese amigable guía que las sonreía y tiraba piropos de vez en cuando para alegrarles la vida. Era un oscuro cabrón mal encarado de cuernos retorcidos que echaba humo por sus orejas.
Pero no fue él lo que las espantó.
El valle se había transformado en un auténtico vertedero  al lado de una fábrica que calentaba el aire con sus humos infernales y en las aguas del río donde abrevaban cada mañana flotaba una gruesa capa de aceite venenoso.

domingo, 9 de enero de 2011

Mariposa o araña




¡Cuidado!,
estoy radiografiando tu alma,
quiero enredarla entre mis dedos,
sólo si me dejas...
iré vaciando en mi telaraña
todos tus colores,
tus idas y venidas,
tus emociones,
después... te dejaré ir con el aire
eres una mariposa hecha para volar,
y yo me comeré mi hambre,
quiero...quiero...
encajar las piezas del puzzle
ver lo que hay detrás de esas alas
sólo eso,
eres un acertijo,
un laberinto,
sólo eso,
cuidado,
estoy radiografiando tu alma
después... marcharás,
sigo tejiendo traviesa,
cuidado,
no lo olvides,
soy una araña.

sábado, 1 de enero de 2011

Destripando la amargura











Siempre había sido el punto de atención de todas las mujeres.  Había sido un hombre atractivo y temperamental, nunca pasaba desapercibido.
Sin embargo, él las miraba con asco, las odiaba y las amaba a la vez.
Su ex mujer obtuvo la custodia de su hijo,  los juicios fueron unas corrosivas imágenes nebulosas que guardaba en su interior como auténticas pesadillas selladas.
Se sentía como un cigarro, sí, era un hombre cigarro. Era un vicio que todas se querían llevar a la boca, pero no se sentía como una persona, era una mezcla entre humano y semental.
Sus relaciones se consumían como los cigarrillos.
A veces..., lentamente. Otras, deprisa.
Siempre igual, siempre lo mismo. Ya era incapaz de querer a nadie, todo él era una enorme cicatriz, una burla del destino.
Cuando hacía el amor, lo hacía mecánicamente, sin dulzura ni cariño. Sentía su sexo atravesando una barrera que le llevase a una inerte bolsa de agua templada. Era una necesidad más, una función biológica.
Esa noche cuando se iba a meter en la cama se miró al espejo.
Había envejecido mucho los últimos años, quizás el vacío interior vertía sobre su rostro la opacidad, la tristeza y una mirada un tanto cruel y sin gracia alguna.
Dejó sobre la mesilla de noche su dentadura postiza, su peluca, su disfraz nocturno, su piel,  su mirada de cristal y su corazón, Su corazón le pesaba,  estaba volviéndose un sentimental, no quería estar solo al final de su vida aunque odiaba cualquier presencia humana a su alrededor.
Se levantó de la cama y como un animal enjaulado, comenzó a dar vueltas de un lado a otro de la habitación, sin pausa, como un demente. Después se sentó en la cama y empezó a mecerse hacia delante y atrás como un niño.
Por primera vez en muchos años, lloró, lloró amargamente y se llevó las manos a la cabeza casi gritando. La angustia le estaba devorando.
Después del  terrible llanto, se metió debajo de la solitaria manta y pensó en ella.
Ella fue la única mujer a la que había amado, la única a la que pudo entregar su corazón sin temor, porque ella era él y él era ella.
Pensó en su madre y en cómo le acariciaba el pelo por las noches,  su olor dulce a manzana asada y el tacto cálido de sus manos acariciando sus mejillas de niño, ¡Dios mío!, ¡cómo la echaba de menos en ese momento!.
Su única mujer, su amor incondicional, su madre.