sábado, 1 de enero de 2011
Destripando la amargura
Siempre había sido el punto de atención de todas las mujeres. Había sido un hombre atractivo y temperamental, nunca pasaba desapercibido.
Sin embargo, él las miraba con asco, las odiaba y las amaba a la vez.
Su ex mujer obtuvo la custodia de su hijo, los juicios fueron unas corrosivas imágenes nebulosas que guardaba en su interior como auténticas pesadillas selladas.
Se sentía como un cigarro, sí, era un hombre cigarro. Era un vicio que todas se querían llevar a la boca, pero no se sentía como una persona, era una mezcla entre humano y semental.
Sus relaciones se consumían como los cigarrillos.
A veces..., lentamente. Otras, deprisa.
Siempre igual, siempre lo mismo. Ya era incapaz de querer a nadie, todo él era una enorme cicatriz, una burla del destino.
Cuando hacía el amor, lo hacía mecánicamente, sin dulzura ni cariño. Sentía su sexo atravesando una barrera que le llevase a una inerte bolsa de agua templada. Era una necesidad más, una función biológica.
Esa noche cuando se iba a meter en la cama se miró al espejo.
Había envejecido mucho los últimos años, quizás el vacío interior vertía sobre su rostro la opacidad, la tristeza y una mirada un tanto cruel y sin gracia alguna.
Dejó sobre la mesilla de noche su dentadura postiza, su peluca, su disfraz nocturno, su piel, su mirada de cristal y su corazón, Su corazón le pesaba, estaba volviéndose un sentimental, no quería estar solo al final de su vida aunque odiaba cualquier presencia humana a su alrededor.
Se levantó de la cama y como un animal enjaulado, comenzó a dar vueltas de un lado a otro de la habitación, sin pausa, como un demente. Después se sentó en la cama y empezó a mecerse hacia delante y atrás como un niño.
Por primera vez en muchos años, lloró, lloró amargamente y se llevó las manos a la cabeza casi gritando. La angustia le estaba devorando.
Después del terrible llanto, se metió debajo de la solitaria manta y pensó en ella.
Ella fue la única mujer a la que había amado, la única a la que pudo entregar su corazón sin temor, porque ella era él y él era ella.
Pensó en su madre y en cómo le acariciaba el pelo por las noches, su olor dulce a manzana asada y el tacto cálido de sus manos acariciando sus mejillas de niño, ¡Dios mío!, ¡cómo la echaba de menos en ese momento!.
Su única mujer, su amor incondicional, su madre.
Publicado por
Ojosnegros
en
11:36
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Etiquetas:
Monje frente al mar. C.D.Friedrich
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Que fuerte.
ResponderEliminarCuando llegaba al final pensaba que se iba a suicidar.
El amor de una madre no es comparable al de una pareja.
Está hecho de otro material.
Ni mejor ni peor. Diferente.
Besos.
Si la única fué su madre, pobre niño envejecido, nada aprendió y se le escapó el tiempo.
ResponderEliminarFeliz entrada de año.
Vaya empiezas el año fuerte tú también.
ResponderEliminarMe da tristeza pobre pero, cuando no eres capaz de querer es imposible que te quieran.
Igualmente el amor hacía una madre es diferente no lo ceo comparable a cualquier otro.
Besos.
Triste vida perdida en la nada, pero tarde o temprano la realidad se presenta haciendo un recuento. Muy bueno. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTantas personas pasan por esto, qué pena... magistralmente has relatado una situación bastante cotidiana de interiores, pero me ha gustado espeialmente que sea un hombre el protagonista y no una mujer.
ResponderEliminarUna madre es una madre y siempre se echa de menos cuando no hay nadie ya y el barco se hunde.
Besos
A medida que van pasando los años todos añoramos los tiempos felices de la niñez... Y los naufragos me imagino que lo añorarán todavía más, como es el caso del hombre de tu relato...
ResponderEliminarPero es cierto, no se puede comparar el amor a la madre y el amor a la compañera... Son distintos... Muy distintos...
Un abrazo, querida amiga
WOW. Es una historia impactante. Llena de tristeza, añoranza y dolor. Me aterra que la vida se pueda pintar así para mí. Con las veces que me dan ganas de desarecer, esta historia es un ejemplo para que no me queje, aunque la soledad es lo que tiene, que deprime y uno se puede volver autodestructivo.
ResponderEliminarUn beso. A ver si luego explico lo que es el moro de guandules, no es una fruta. Te deberé la explicación para cuando publique, vale?
FELIZ 2011
Yo
Lo que se esconde detrás de la piel de las personas, es un universo tan grande como uno quiera descubrir.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
olvido su vida enjaulado
ResponderEliminarQué precioso!
ResponderEliminarMe gustó ese recuento de su vida, ese paso a paso.
"Casualidades" de la vida, hoy escribí un poema a mi madre...
Vaya que estamos conectadas !
=)
Un beso o 2 !
Hay amores que marcan el alma y creo que no es bueno juzgar ni catalogar amores, en un detrminado momento de la vida aquel aroma a manzana asada que vuelve desde la íntima penumbra puede ser el verdadero amor.
ResponderEliminarHermoso relato, ojitos
Hay que sacarle las víceras, a todo lo malo de este camino por andar...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Senti lastima por ese hombre cuando lei la parte que dice: "Cuando hacía el amor, lo hacía mecánicamente, sin dulzura ni cariño".
ResponderEliminarDemasiado amor también mata.
ResponderEliminarCondenado a estar solo por buscar una copia de algo único. Creo que se olvidó de que cada "amor" debe ocupar un solo cajón del corazón, no todos...
Empezamos pisando fuerte ojitos negros :)
Me ha parecido brutal y la descripción del tipo perfecta.
Besote
no sé muy bien si ha acabado dandome algo de lástima, quizás si... creía que al final se cargaría a alguien o a él mismo... buen giro
ResponderEliminarun abrazo, ojosnegros
salut!
Es cierto, también ha habido un momento que he pensado que no podría soportar tanta ansiedad y angustia y acabaría con todo, pero creo que en la inmensa mayoría de situaciones encontramos motivos para continuar y llegar a creer que tenemos lo suficiente y necesario para vivir. A eso se aferra él: al amor de su madre que yo no está con él. El guiño a la ley antitabaco está muy bien planteada...
ResponderEliminarMe gustó muchísimo. Escribes cada día mejor.
un abrazo.
Mi preciosa ojitos negros, siento este desastre; fuiste una de las primeras protagonistas de mi texto, pero hice cambios y desapareciste. Perdóname por favor, creo que sabes que eres una estrella muy importante de mi cielo y no quería olvidarte.
ResponderEliminarYa está arreglado :)
Dale otrea oportunidad, porfiii ;)
Un abrazo de corazón
Buen final. Muy bueno
ResponderEliminarbuen relato
ResponderEliminarfeliz año, besos
fuerte relato...creo que es la historia de un demente.
ResponderEliminarmil besos, y buen año*
GRACIAS :)
ResponderEliminarTe mando un abrazo muy largo
¡Qué relato más duro!.
ResponderEliminarUn hombre que quiere tanto a su madre, no puede sentir tanto rechazo por las mujeres, utilizándolas como meros objetos "sexuales".
Y, cuando toca fondo, su egoísmo hace que no quiera estar solo al final de su vida aunque odia cualquier presencia humana a su alrededor... Incoherente, ¿no?...
Duro pero, muy buen relato, niña.
Feliz Año.
Besos.
Que triste realidad. Siempre al final nos queda el amor de una madre, ese es un amor incondicional.
ResponderEliminarBesos y susurros llenos de luz.
Te deseo de corazón lo mejor para este Nuevo año cielo. Sé inmensamente Feliz.
Lo que realmente nos mata no es el paso del tiempo sino el PESO. Y esa muerte en vida es muy dolorosa. Ese complejo de Edipo resulta escalofriante.
ResponderEliminarMuy buen relato, ojitos.
Besos.
Mientras leía tu historia, pensaba en un buen vino, un vino añejo, y es cierto, que mas añejo que el amor de una madre no hay nada en esta vida, pero el vino también hay que aprender a beberlo, a saborearlo y sobre todo hay que tener buen paladar para apreciarlo.
ResponderEliminarFeliz año
Con una copa de cava,
y con toda mi ilusión,
brindo por mis amigos,
y con cariño os deseo,
de lo bueno, lo mejor.
Chus
Quizás fuese "Complejo de Edipo".He conocido hombres con ese lastre y es una gran desgracia.
ResponderEliminarAgradezco tu preocupación ,cielo ahora estoy comenzando a aprender en este tiempo mucho más que en los 7 años anteriores de suplicio. Comienzo a aceptar el avance de la enfermedad y eso me dá fuerza y poder para sonreír
Un millón de besos.
El hombre traicionó al niño interior,que reclama dignidad,honestidad y amor...!!
ResponderEliminarSu llanto es necesario para lavar su inmundicia,su vicio,su degeneración...y después de ese ritual,es obvio que recordara al ser que más lo amó,su madre...!
Magnífica-crítica-relato de la inmadurez humana,que se deja arrastrar por el libertinaje y la necedad.
Mi felicitación y mi abrazo inmenso,Ojos Negros.
FELICES REYES,QUE TE TRAIGAN IMAGINACIÓN E ILUSIÓN PARA SEGUIR ESCRIBIENDO DE MARAVILLA...!
M.Jesús
Me impacto tu historia felicidades!!! Y feliz año nuevo besos.
ResponderEliminarNo es por juzgar...pero que triste vida......
ResponderEliminarUn abrazo para ti.
mar
¿Por qué no lo mataste?
ResponderEliminar¿Por qué no le diste la paz?
Era el único final lógico, su muerte.
Un relato fallido. No has tenido valor, tenías que matarlo.
y si reconocerse inmadura, deseando un mimo de su madre lo lleva a dar ese paso hacia la madurez? apuesto por ese pobre tipo que dejó pasar casi su vida sin permitirse la felicidad de entrar en crisis y poder salir restablecido
ResponderEliminarbesos, Ojitos, muy buena imagen la de este posteo
Hola, guapísima, pasé a saludar, a saber qué había de nuevo. Bueno, un besote,
ResponderEliminarYo
Que pasada de relato, oye. Me ha dejado sin palabras. Que comparaciones y que descripciones, uf, tela de la güena. Un beso.
ResponderEliminarTe felicito por el relato, es muy bueno.
ResponderEliminarEl amor de una madre es incondicional, siempre ofreciendo y nunca pide nada a cambio, no es comparable con ningún otro amor, cada amor tiene distintos matices y colores.
Que los Reyes Magos nos traigan a todos mucha paz.
Un beso.